La vigilia de las flores — Los toscos & Peter Brötzman.

José Gallardo A
4 min readMar 28, 2021

Sello In-correcto

2019

Ciertas músicas padecen de ser re-nombradas de diferentes maneras, en algunos casos para la conveniencia no del escucha, sino de los intermediarios presente en la industria musical, es el caso de la famosa world music, el arte sonoro, el noize (con z o s), la famosa experimental y todos los subgéneros que actualmente meten en la bolsa de los post: post-jazz, post-rock, post-punk, post-pop-o-o…. Hasta la eternidad. He leído pocos escritos donde se den a la tarea de analizar dichos fenómenos, se me viene a la cabeza uno que encontré en un disco que me gusta mucho “ The downward spiral” de N.I.N, el artículo es un bonus que trae la versión en vinilo re-editada, sobre dicho disco, escrito por John Doran, donde el periodista musical se da a la tarea de definir porque este disco no entra en la categoría de post (tan usual en la época en que salió el disco y que esperaríamos muriese en esa época como categoría comercial, pero ya sabemos como va la cosa) sino más bien, definir este trabajo como un nuevo momento en la creación musical, que obviamente lo fue.

Muy lejos de esta música, nos encontramos hoy, o, nos damos cita (como dicen los curas y los comentaristas deportivos de nuestro pequeño terruño) con un disco que hicieron los toscos junto a uno de sus héroes: Peter Brötzman. Este hecho histórico ya le da validez a este disco, que es la suma de esfuerzos entre varios elementos del sector musical: el sello In-correcto, los toscos, don Peter, y matik-matik. Tenemos aquí el círculo casi completo de la experiencia musical o artística, el sello, los intérpretes/creadores, el lugar de grabación/interpretación, nos faltaría el público, que para este caso en concreto somos los que nos dedicamos a escarbar en los catálogos digitales en bandcamp para encontrar música no sugerida por un youtuber (el cual es parte de nueva de la famosa industria musical) que a su vez, le sugiere “datos” al algoritmo de tu red de escucha favorita: spotify.

Con la vigilia de las flores nos encontramos con lo que se pensaría sería la segunda parte de un disco grabado en sesión anteriormente con Tony Malaby, o eso intentan explicar los toscos en su bandcamp. Y donde se aprovecha la presencia de don Peter en el festival de música extrañas e improvisadas, el marrano no se vende. De allí, que se crée un ejercicio improvisatorio, coordinado, tal vez no dirigido por los presentes en matik durante esas sesiones. Algunas de las piezas parecieran tener una relación que va más allá del hecho de haber sido grabadas en las mismas sesiones, es decir la temporalidad de su creación, pero en este disco la verdad siento cada pieza va por su lado, es como si buscaran tener un compilado de elementos estéticos explorados en tiempo real, sin muchas premisas más allá de la experiencia personal de cada músico con el sonido, como si intentaran hacer un ejercicio “nuevo” de creación. Ahora bien, es un disco que es complejo de escuchar incluso para los conocedores del jazz, lugar común donde habitan estos músicos, pues en su exploración donde se evita los póstumo, se rodea el jardín de flores con otros materiales prestados de otros ámbitos sonoros: música concreta, música contemporánea académica, ruidismo; dando como resultado esta serie de piezas, primas hermanas entre ellas, pero cada una con una personalidad fuerte, casi que cada una podría ser un disco o pieza terminada.

Sin ser un experto en jazz, ni siquiera un escucha habitual de jazz, siento que esta música está en el limbo de la contemporaneidad en que existe, es un ni-fu ni-fa, pero no necesita ser nada de esto, diría yo que le pusieron jazz en el catálogo para ubicar el grupo instrumental base con que fue creado, pero más allá de eso, siento que es más cercana a todo el aire de experimentación generado en California (con proyectos como The residents, o la obra de James Tenney) los países bajos (con proyectos como la Instant composer Pool) y tal vez los aires andinos presentes en algunas de las sonoridades presentes el aerófonos presentes en la grabación, dichas músicas suelen ser de carácter improvisatorio.

Ahora bien, ¿existe necesidad de catalogar este tipo de expresiones musicales y sonoras? O simplemente podemos sugerir que como en cualquier experiencia estética, el receptor es el que define realmente donde la pone dentro de su catálogo de emociones sonoras, pues en últimas, por más que se trate de racionalizar, analizar e incluso emitir juicios de valor sobre el ejercicio de la escucha, la escucha es igual que el sonido: libre.

José Gallardo A.

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